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Una investigación –publicada en la revista ‘Reproductive Biomedicine Online’ (RBMO)– demuestra que en reproducción asistida nacen más niños que niñas en el mundo, al igual como sucede en los nacimientos naturales, debido a que hay más embriones masculinos que se desarrollan hasta la fase de blastocisto que los femeninos.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la proporción de nacimientos naturales en el mundo es de 105 varones frente a 100 mujeres, aunque con los años la balanza se equilibra de forma natural, ya que los hombres tienen una esperanza de vida más corta que las mujeres.
Sin embargo, todavía no está claro si la desproporción de sexos al nacer se produce, inicialmente, en la fecundación; o si surge durante, antes o después de la implantación del embrión en el útero.
Los expertos creen que diferencias tanto en la capacidad de fecundación de los espermatozoides portadores del cromosoma sexual X o Y –que es el que determina el sexo–, como en la capacidad de desarrollo de los embriones según sean femeninos o masculinos, podrían ser determinantes en la proporción entre los sexos al nacer.
Los investigadores analizaron la proporción entre sexos en diferentes momentos: en embriones humanos en estadio de blastocisto –que es el estado más avanzado en que se pueden desarrollar los embriones in vitro, entre el quinto y el séptimo día–, y en los bebés al nacer.
Así, comprobaron que la proporción de sexo de los blastocistos estaba sesgada a favor del sexo masculino, con un 53,1%, frente a un 46,9%.
Tras analizar los blastocistos, constataron que el 41,2% presentaban un desarrollo cromosómico correcto, el 7,7% se clasificaron como embriones mosaicos, es decir, que contenían células cromosómicamente normales y otras con defectos cromosómicos, y el 51,2% presentaban anomalías cromosómicas (embriones aneuploides).
Los investigadores observaron que más embriones masculinos alcanzaban la fase de blastocisto, pero también presentaban un mayor número de alteraciones cromosómicas en comparación con los femeninos.
En cambio, no observaron diferencias significativas entre sexos en cuanto a la tasa de implantación, la tasa de abortos y la tasa de nacimientos de bebés.
Los autores concluyen que hay más embriones masculinos que se desarrollan hasta la fase de blastocisto que femeninos, pero que los masculinos tienen una mayor tasa de aneuploidía o alteraciones cromosómicas.
Por lo tanto, y a pesar de las diferencias, la capacidad de implantación y de dar lugar al nacimiento de un recién nacido vivo es similar entre ambos sexos.