La fuente de esta noticia es: EMOL Los documentos científicos y también personales del célebre astrofísico británico Stephen Hawking, fallecido en 2018, se conservarán en la biblioteca de la Universidad de Cambridge, anunció esta última este jueves.
Entre las 10.000 páginas de archivos que se podrán consultar en Cambridge se encuentran cartas que datan de 1944 a 2008, incluyendo documentos personales, como un relato sobre piratas escrito a los seis años para su padre, pero también correspondencia con presidentes de Estados Unidos o científicos de renombre.
La biblioteca también conservará un primer borrador de su libro “Breve historia del tiempo”, publicado en 1988 y que ha llegado a un público muy amplio, o los guiones de películas y televisión, incluidos los episodios de Los Simpson con su personaje.
“Esto ofrece una visión extraordinaria de la evolución de la vida científica de Stephen, desde su infancia hasta su investigación como estudiante, desde el activista por los derechos de los discapacitados hasta el científico de renombre mundial con descubrimientos revolucionarios”, afirmó Jessica Gardner, responsable de la biblioteca de la Universidad de Cambridge.
Tim y Lucy Hawking, dos de los hijos del astrofísico. Crédito: Reuters.
Su antigua oficina en el departamento de Matemáticas Aplicadas y Física Teórica de la Universidad de Cambridge será recreado fielmente en el Museo de la Ciencia, situado en el barrio londinense de South Kensington. Algunos elementos, como sus sillas de ruedas hechas a medida, se expondrán al público en 2022.
“Estamos muy satisfechos de que estas dos importantes instituciones preserven el trabajo de toda la vida de nuestro padre en beneficio de las generaciones futuras y hagan que su legado sea accesible al mayor número de personas posible”, aseguraron sus hijos Lucy, Tim y Robert Hawking, que esperan que su carrera “siga inspirando a generaciones de futuros científicos”.
Hawking, reconocido por sus trabajos sobre el universo, falleció en su casa de Cambridge el 14 de marzo de 2018 a los 76 años.
El astrofísico había superado todas las predicciones sobre una muerte temprana tras desarrollar una enfermedad neurodegenerativa paralizante, la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) o enfermedad de Charcot, diagnosticada en 1964.
La enfermedad le había privado progresivamente de su movilidad y lo confinó en una silla de ruedas, casi completamente paralizado e incapaz de hablar, salvo a través de su emblemático sintetizador de voz.