La clase de educación física es la más propicia para el bullying, confirma una investigación

La fuente de esta noticia es: EMOL

“Lucía no quería ir a la clase de gimnasia ni cambiarse en el vestuario. La traumatizaba imaginarse objeto de las burlas de los demás, que comparasen su cuerpo con el de las otras niñas, correr menos o con peor estilo; en definitiva, no estar a la altura y ser parodiada. Unas veces le gritaban: ‘Gorda, fea, das vergüenza ajena’ (…) Otras, reían a carcajadas cuando la veían con pantalón corto; otras, cuando estaban en clase, le decían: ‘¿Te has mirado al espejo?’. Todo en susurros, para que no las oyera el profesor”. El relato es parte de lo que sufría Lucía, una joven que se suicidó a los 13 años en Murcia, España, y cuya historia fue recogida en un libro.
Éste y otros casos llevaron a Sixto González, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, a impulsar una investigación sobre el acoso escolar en general y, en particular, el que sucede en torno de la clase de educación física. Un espacio –explica– “muy visible, muy material”, en el que resulta inmediatamente evidente la diferencia: el que es más gordo, más desgarbado, más bajo, más torpe…, una de las bases sobre las que empieza a emerger el bullying.
“Vimos que efectivamente hay un poco más de incidencia (del acoso) en estas clases, por sus propias características. Pero lo más interesante que encontramos en nuestras investigaciones es que, cuando el profesor de educación física conoce lo que es el bullying, cuál es su dinámica, sus características, en qué consiste un esquema de dominio-sumisión o una ley del silencio, sabe a dónde mirar y puede actuar“, señala Francisco Córdoba, orientador escolar y profesor asociado de la misma Universidad de Córdoba.
En la misma línea, el artículo publicado en “The Conversation” señala que “la propia idiosincrasia de la educación física facilita una mayor interacción entre los estudiantes, estableciendo un mayor contacto y relación entre ellos. Esto provoca que, según la orientación e implicación que se tenga, su práctica pueda tomar dos caminos: por una parte, aumentar la probabilidad de sufrir conductas de aislamiento, rechazo, agresión y problemas de convivencia; y por otra, mejorar la conducta prosocial de los estudiantes, favoreciendo la cohesión de grupo“. 
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