Hoy se cumplen cien años del nacimiento de la escritora y dramaturga chilena Isidora Aguirre, una mujer cuyo proyecto artístico evidenció una profunda preocupación por los asuntos sociales y una búsqueda de la identidad de nuestro país, según memoriachilena.gob.cl. Su obra más famosa es “La Pérgola de las Flores” (1960) que se convirtió en la primera comedia musical chilena que fue exitosa en otros países. Cuenta la historia de Carmela, una joven que llega a Santiago desde el campo a trabajar con Rosaura, su madrina, en la pérgola de las flores. Es entonces cuando se enteran que hay un proyecto para ampliar la Alameda que pondría en riesgo su lugar de trabajo. Las pergoleras luchan para cambiar el destino de la pérgola, describe teatrooriente.cl.
Isidora Aguirre (1919-2011) nació en una familia de clase alta rodeada de profesionales. Su padre fue el ingeniero Fernando Aguirre Errázuriz, y su madre la pintora María Tupper Hunneus. Su tía fue la escritora de “Papelucho”, Ester Hunneus (“Marcela Paz”), y su abuela, Isidora Zegers, figura como una de las primeras mujeres músicas chilenas. Una página web de la Universidad de Santiago especialmente dedicada a ella, relata que Aguirre estudió trabajo social, se casó y se fue a París, donde se inscribió en clases de teatro y comenzó su carrera. En los ’50 volvió a Chile y creó sus primeras obras, como “Carolina” y “Pacto de Medianoche”. A fines de esta década trabajó junto al narrador nacional Manuel Rojas (“Hijo de Ladrón”). Su primera obra de gran contenido social fue “Población Esperanza” que daba cuenta de la pobreza en la que vivían las personas de los barrios marginales de las ciudades (“poblaciones callampa”).
La casa de estudios describe la forma de trabajo de la escritora de la siguiente manera: “Acercándose a las comunidades sobre las que escribía, pasando días completos conversando, tomando notas, buscando noticias y documentos sobre los orígenes y características de esa desigualdad. La muchacha joven, de clase alta, profesional y casada, emprendía el viaje desde su casa a los suburbios, para luego volver a su escritorio con una imagen cercana, no estereotipada y viva sobre aquello que le interesaba mostrar. Con todas esas anotaciones y experiencias en el cuerpo, se ponía a escribir”. Incluso a los 80 años, Aguirre se sumergió en un proyecto de investigación sobre Lota y el efecto que tuvo para la sociedad el fin de la explotación del carbón. Para eso viajó al lugar y luego escribió en 2003 y 2004 la obra “Subiendo último hombre”.