La fuente de esta noticia es: EMOL Para tener un sueño reparador, no solo importa la cantidad de horas que se descansa, sino que la calidad del entorno en que se hace también es importante. Una cama limpia y acogedora, con sábanas aseadas, fundas de almohada suaves y mantas frescas, no solo es agradable, sino que también favorece un mejor descanso.
Sin embargo, para muchos asear la ropa de cama no es algo que genere gran preocupación, aunque sí debería. ¿La razón? Primrose Freestone, profesora titular de Microbiología Clínica, Universidad de Leicester, explicó en The Conversation -medio que publica artículos escritos por académicos e investigadores- que “cada noche, mientras dormimos, desprendemos cientos de miles de células de la piel, excretamos aceites de nuestras glándulas sebáceas y sudamos hasta medio litro de líquido, incluso si nos hemos duchado justo antes de acostarnos. Nuestra piel alberga millones de bacterias y hongos, muchos de los cuales se transfieren a las sábanas, almohadas, plumones y cubrecamas cuando nos movemos durante la noche”.
Otro problema son los hongos. “Algunas especies, como el Aspergillus fumigatus, se han detectado en almohadas usadas y pueden causar infecciones pulmonares graves, especialmente en personas con el sistema inmunitario debilitado”, explicó Freestone.
Las mascotas complican más el panorama, sobre todo si sus dueños las suben a sus camas. “Los animales introducen pelo, caspa, suciedad y, a veces, restos fecales en las sábanas y mantas, lo que aumenta la frecuencia con la que debemos limpiarlas”, dijo la microbióloga.
Entonces, ¿cada cuánto tiempo hay que lavar la ropa de cama?
– Colchones: aspirar al menos una vez a la semana y airear el colchón cada pocos días, ya que el sudor aumenta los niveles de humedad, creando un caldo de cultivo para los ácaros. También es útil usar un protector de plástico o antialérgico, y sustituir el colchón cada siete años para mantener la higiene y la firmeza.
– Interior de las almohadas: cada cuatro o seis meses (comprobar primero la etiqueta). Esto porque el relleno interno puede albergar bacterias y moho. Se deben lavar a fondo y secarlas completamente para evitar la aparición de hongos.
– Mantas y fundas de plumones: cada dos semanas, o más seguido si duermen mascotas sobre ellas. Así se eliminarán las células de la piel, el sudor y los alérgenos que estas atrapan. Lo ideal es lavarlas a 60°C o a la temperatura máxima indicada en la etiqueta. Algunos aconsejan tratarlas como las toallas: los lavados regulares y a alta temperatura los mantienen limpios.
-Cubrecamas: cada tres o cuatro meses, dependiendo del uso y de si hay mascotas o niños que compartan la cama. Esto porque incluso con una funda, los aceites corporales y los ácaros acaban penetrando en el relleno. Es importante comprobar la etiqueta, ya que muchos se pueden lavar a máquina, en tanto que otros pueden requerir limpieza profesional.